KRISHAN. EL HIJO DEL SOL

jueves, 22 de diciembre de 2011

LA MAGA DEL BOSQUE (Capítulo 3)


Klarena era la maga de Kumer. Vivía al costado del bosque donde árboles milenarios presentaban un aspecto de fábula. Marlek sabía ciertas historias de mujeres que, como ella, en otros tiempos fueron condenadas y quemadas por una iglesia del Mundo Gris. Para ella, la Inquisición había sido de una aberración extrema.

La casa de Klarena era blanca. Sobre el marco de la puerta de entrada asomaban los cuernos de un carnero que fijados a la pared espantaban a la mala suerte. Las enredaderas que por las noches brillan, trepaban sobre las verjas que custodiaban la casa. Ella le dedicaba gran parte de su tiempo a la lectura, uno de los pilares fundamentales de su aprendizaje cotidiano. En los estantes podían verse libros con las enseñanzas de Hermes, los manifiestos filosóficos de Ruther, las traducciones de magia de los Tártaros y manuales en lengua javanesa de la antigua Sumatra.

Esa mañana, Krishan llegó a la casa. Parada sobre el umbral de la puerta, cubierta completamente en un manto de lana, sobre el cual posaban sus pies y se envolvía la cabeza, Klarena los recibió con una sonrisa amplia y un dejo de rareza.

-Vine por recomendación de Rafael. Me dijo que usted podría mostrarme ciertas cuestiones de la vida. Mi nombre es Krishan y mi madre...

-Todavía recuerdo el resplandor dorado de tu nacimiento –lo interrumpió-. Pasa, te seguiré contando.

Sentado frente al fuego de la cocina a leña, Krishan observó una olla renegrida. De ahí emanaba un vapor de hierbas y raíces de klorophila, propicias para limpiar el corazón de ciertos hombres que habían entregado su alma a una vida materialista.

Krishan preguntó:

-¿A qué resplandor se refiere?

-¿No te lo dijeron? Fue muy comentado en Kumer. Es el anuncio del Universo que nos advierte sobre la llegada de un niño solar, que caminará este mundo en un estado diferente. Los niños solares están comenzando una limpieza mental, despejarán el camino para que otros puedan alcanzar el conocimiento propio.- dijo Klarena con voz segura.

Krishan caminó con cierta inquietud por el cuarto de la habitación. Sobre la chimenea vio un cántaro repleto de sal, un frasco que contenía azufre y otro con mercurio. Pero no preguntó nada. Se encontraba un tanto sorprendido. No sabía que decir. Sin embargo, sintió una pulsación que lo movió a continuar conversando con Klarena. Presentía que en sus dotes de maga se encontraba una parte del camino.

Krishan contempló su rostro ahora descubierto. Le habló:

-Al costado de su casa, sobre una pequeña repisa como si fuese un altar, pude ver unos símbolos desconocidos por mí. ¿Puede enseñarme sobre ellos?

-El Sol representa al ángel de luz, la Luna al ángel de las aspiraciones y de los sueños; y Marte, al ángel exterminador. -respondió Klarena

-¿Tienen nombres?

-Sí, Miguel, Gabriel, Samahael.

Krishan estaba ávido por saber. Era la primera vez que le hablaban sobre la existencia de ángeles, hecho que le proporcionaba un estado de profunda seguridad. La Marca del Fuego Antiguo había comenzado a trabajar en su interior. No cesaría de buscar y preguntar. Una vez más arremetió sobre la maga.

-¿Qué sabes de mi padre?

-Tú padre fue un famoso alquimista llamado Trymes. Dedicado al verdadero arte de la transmutación mental. Combatía el embrujamiento de las almas, se trataba de un sabio. Un avezado en el campo del magnetismo humano. Comprendía las funciones de las hierbas curativas, el vuelo de los cometas, el movimiento de los pájaros. Era un experto en las leyes que rigen el Universo. Un hombre de una voluntad inquebrantable, discreto, que tenía una inteligencia muy clara y una audacia sin límites. – respondió Klarena.

Krishan, en silencio admiró la belleza de la piel morena de la maga. Estaba lleno de preguntas.

-¿Tienes algo más para contarme?- le dijo Krishan.

-Según cuenta la leyenda, Trymes, consultando el poder de sus esferas plateadas pudo ver el llamado del Sol. Durante una noche, en su cuarto, una fuerza poderosa e invisible hurgaba entre sus anotaciones como buscando alguna pócima secreta. Y, una voz proveniente de regiones ocultas le susurró el nombre de tu madre. En ese momento una estrella dorada apareció de repente posándose en el cielo. En su interior flotaba la imagen de Marlek. Así fue como Trymes la siguió atravesando desiertos y mares, valles y montañas, sufriendo los tormentos del hambre y la sed hasta alcanzar las calles de Kumer. En las orillas del río Tahal por fin la encontró. Marlek se hallaba lavándose el cabello. Se amaron sin descanso. Mezclando el ardor de una astilla invisible y el delirio.

Acercando unos leños al fuego, Krishan asimila parte del relato. En sus ojos verdes como el agua del río se reflejan las llamas del cansancio. Escucha la voz de Klarena que le llega armoniosa.

-Luego de aquella noche de magia y verdadero amor, nunca más lo vieron. Desapareció para siempre. Algunos dijeron que huyó hacia la nada, perdiéndose en la agonía de haber dejado parte de su vida en el cuerpo de tu madre.

Krishan quedó azorado, sin palabras.

-También se dijo que aquél encuentro fue la obra de seres que habitaban en otros planos. Viendo que la humanidad se encontraba tan retrasada en su evolución, decidieron que era tiempo de hacer llegar a un ser diferente. Entonces confirmaron la concepción solar de tu madre y Trymes, el alquimista. Todo estaba sabiamente preparado. Nada era ni es casual, ahora te encuentras en mi casa porque así fue predestinado.

Casi conmovido por las revelaciones. Krishan le habló:

-Quiero instruirme con usted.

-Sí, pero antes tienes que colocarte el Talismán de los Siete Espíritus. –dijo Klarena.

Krishan, mirándola con gesto de incredulidad le preguntó.

-¿Para que sirve?

-Protección mi querido, contra las malas influencias. Se construye con piedras preciosas como cromanto, zafiro, esmeralda y tópiro.

La maga caminó hacia el arcón, tomó el estuche de cuero antiguo, algo gastado y volvió hacia Krishan. Abrió el diminuto cofre y extrajo el poderoso amuleto. Él, vio una aureola plateada que emergía de ese objeto que le llegó sagrado.

-Tómalo -y lo colocó ceremoniosamente sobre su cuello. -Pertenece a una ancestral tradición de alquimistas correspondiente a la saga de los Ubakss.

-Háblame de ellos...

-Imposible. Para tu protección te recomiendo que no te lo quites.

Contemplado la belleza de esa joya que le hacía sentir una vibración extraña, dijo:

-Para comenzar mi aprendizaje con usted ¿qué necesito?

-Tienes que saber que para las personas avanzadas en el camino, la sabiduría es común a casi todos los que habitan este mundo de Kumer. Las enseñanzas llegan desde muy lejos en el tiempo, siempre están aquellos que profesan el culto de la verdad originada en uno mismo, como sucede en los Templos de Nadie. Por esa misma razón, cada tanto, aparecen seres capacitados como Rafael, Zoyara, y otros tantos; instruyendo a los que están abiertos para romper viejas estructuras. Puedo decirte que son mensajes que van de boca en boca, desde que el hombre se encuentra sobre la tierra, son palabras que llegan al centro del ser, para que muchos puedan comprender la realidad y el motivo de la existencia. Enseñanzas que fueron muy bien escondidas para que no cayeran en manos de hombres primitivos e involucionados como los del Mundo Gris.

-Quisiera compartir esta enseñanza....

-Con tu amigo Santiak. –volvió a interrumpirlo Klarena.

-¿Cómo lo sabes?- preguntó un tanto sorprendido.

-Él también forma parte del camino. Claro que puedes traerlo. Será un honor para mí. Nos encontraremos dos veces por semana a partir del séptimo día del mes de la luna llena. Es imprescindible el ayuno siete horas antes de nuestro encuentro.- concluyó Klarena

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